Claro que seguro que nuestros salones domésticos, donde compartimos televisión, equipo de música, comedor, niños, abuelos y vecinos están mejor acondicionados acústicamente que unos estudios de grabación, de manera que lo que es necesario en el estudio no lo es en absoluto en casa.
Vamos, que seguro que nuestro estéreo, perfectamente empotrado en nuestro salón en forma de "L", lleno de muebles, cristales, mesas, sillas, ventanas y puertas en el que reproducimos un CD, monitorizado en los Air Studios o en otros similares, se oye sin duda ninguna mejor en casa que en el propio estudio, simplemente ajustando al milímetro el ángulo entre las cajas y el oyente y las distancias entre ellas y en todo caso, poniéndole unos megacojocables al equipo, unos filtros activos del patín y unos ecualizadores paramétricos de última generación.